jueves, 22 de julio de 2010

“Rescate”

Semana 30


¿Como sabemos si estamos rescatando y resolviéndole la vida a los demás ò si estamos ayudando de buena voluntad?
Esta manifestación es muy común. Karpman nos describe en su triangulo, los tres pasos que se dan en este tipo de relación: rescatar, perseguir y convertirse en víctima y que ya se había mencionado anteriormente.
Esto lo hemos visto repetirse una y otra vez. Pareciera que estas personas trajeran un letrero que dijera lo siguiente:
“Somos los que rescatamos, nos encargamos de cuidar a todo el mundo. No sólo cuidamos de los nuestros, sino que somos quienes ayudamos a toda la gente necesitada que encontramos a nuestro paso” “se atienden todas las necesidades, de día y de noche, gratis”.
“Tu problema es el mío”.
La mentira que vive el rescatador es que cree que todo esto lo hace por generosidad, cuando realmente lo hace por que quiere ganarse el amor. Y mientras lo haga, seguirá metido en relaciones donde uno da todo y el otro lo recibe todo.
Rescatar es quitarle al otro su responsabilidad y evitarle pensar, tomar decisiones, crecer y madurar. El rescatador o Mesías es aquel que carga sobre sus hombros en forma obsesiva la responsabilidad de la vida de otro.
El instrumento de un Poder Superior, por el contrario se sabe solo “puente”. El rescatador se obsesiona por solucionar los problemas de otros, desconoce sus propias necesidades y, por lo mismo, es incapaz de expresar sus verdaderos sentimientos.
Es importante buscar la forma adecuada para ayudar en cada caso, pues no toda ayuda es positiva para el que la recibe, ni para el que la da. Una persona que ayuda de manera destructiva parte de la base de que si ella no ayuda “nadie lo hará”, se siente indispensable. Además, actúa como si la necesidad del otro estuviera Siempre por encima de cualquiera de sus propias y legítimas necesidades. En el fondo, ni siquiera reconoce que tiene necesidades.
Ayudar en forma destructiva, lleva aparejados los siguientes sentimientos: urgencia para lograr algo, lástima, culpa, superioridad, extrema responsabilidad por la persona en cuestión, sensación de mayor competencia que la persona que es ayudada, resentimiento, miedo, etc. También es común sentir que la persona a la cual se ayuda es incapaz de resolver su propio problema.
Por lo general en el rescate se hace ó se le da a otro lo que inconscientemente se quiere ó se necesita para uno.


REFLEXION Y ANALISIS PARA LA SEMANA

1. ¿Cómo te sientes cuando la persona a la que has ayudado no te lo agradece o no sigue tus consejos?
2. Enumera lo que tú consideras tus responsabilidades. Hazlo en relación con tu trabajo, tus hijos, tus amigos y tú pareja. Después ve cuales responsabilidades pertenecen a otros; si hay responsabilidades compartidas. Que tanto tomas responsabilidades que no te corresponden? o ¿que tanto no agarras las tuyas?.
3. Ponte en contacto con los sentimientos que ha despertado en ti el hecho de asumir la responsabilidades ajena?
4. ¿Cuándo ayudas a alguien te olvidas completamente de ti?
5. Has sentido que dedicas tu vida a ayudar a tus amigos, familia, etc.; y resientes que nadie se preocupe por ti. ¿Ayudas solo cuando te lo piden o te ofreces aunque no te lo estén pidiendo? ¿Te molesta haber ayudado a alguien a salir de un problema y que vuelva a caer en lo mismo?
6. Hay personas que dependen de ti para tomar decisiones propias, ¿Cómo te hace sentir eso?
7. El rescatador se obsesiona por solucionar los problemas de los otros y desconoce sus propias necesidades. Haz una lista de todas tus necesidades actuales (físicas, materiales, espirituales, emocionales) y examina que estas haciendo para atenderlas.

sábado, 10 de julio de 2010

“Tips para el camino…”

“Carta de despedida a Claudita”
(Inédito) semana 29

Yo sé lo que ha significado este proceso de terapia y lectura para ti. Sé de tus sueños rotos y tu lucha.
Para el camino solo te digo que te espera tu vida ¡casi nada!! en la puerta de ese avión, te espera tu país. México, me dices, ha sido para ti ese lugar de transformación y crecimiento desearía que México fuera ese país que lo lleves siempre en las entrañas de tus recuerdos, de tus “saudades”.
Todo lo aprendido te lo llevas junto con las maletas. Las llevas llenas. Llevan tu fuerza y tu claridad, tu sabiduría y tu fé.
¿Qué te digo para el camino? ¿Cuál es el tip?
Solo uno: Hazte una vida.
Cuando la tienes no estás tan enganchable con el otro, sus pensamientos y creencias ya no modifican tus planes y Sus carencias se convierten en su problema. Los actos del otro tal vez te lleguen a tocar de rozón pero el estar enfocada en tu vida no da lugar a que te quedes ahí y tomándolo todo personal.
No dejes que los actos de los demás llenen tu vacio, para que nunca te encuentres al final del camino sintiendo más grande el vacio de no haberte hecho una vida.
Enfócate en ti desde el amor propio, desde tu entereza y tu salud emocional recuerda que esos son los pilares que te regresan a tu vida.
Sigue el camino siempre acompañada de la mano de tu niña interior y de la otra mano de Dios.
Que tú proyecto de vida siempre este basado en “los pasos” pero sobre todo en el tercer paso, siempre decidiendo poner tu vida y tu voluntad en manos de un poder superior. Y no olvides, cada mañana hazle una petición y una pregunta; La pregunta es: ¿Cuál es tu plan para mí el día de hoy? y pídele los dones para poder cumplirlo.
Define tu proyecto de vida teniendo siempre la actitud de aprender y la sabiduría para siempre estar buscando sanar tus carencias.
¿Qué te llevas para el camino?
Todo lo ganado y lo aprendido.
Pero sobre todo, el compromiso con tu paz, estar segura de que harás de todo para que nada te robe tu paz.
Saber que Dios no se fija en las palabras y tampoco en los sentimientos, él lo que ve es “la actitud de nuestro corazón”; A cambio de esa “actitud de corazón” el nos regala su paz.
Camina día a día “solo por hoy”, Termina tu día habiendo hecho lo que estaba en tus manos y entregándole a Dios lo que debe estar en las suyas.
Y por último no pienses en Dios como el medio para tus fines; En realidad El debe ser el deseo más profundo de tu corazón. Y sentir su amor tu más grande anhelo.
Un abrazo para el camino… Martha Isabel

jueves, 8 de julio de 2010

El DON: LA ACEPTACION

SEMANA 28

Si logro ver la cualidad que tiene el otro es porque yo también la tengo. Si logro ver el defecto del otro, es porque yo también lo tengo.
Puedo sentir envidia hacia determinada cualidad que tenga una persona, pero sentir esto no ayuda, lo importante es aprender cómo ella hace eso que le sale tan bien.
Hacia un defecto puedo sentir coraje pero lo importante es aprender de ellos ¿cómo? viendo reflejado en el otro mi defecto y trabajar con él. Aceptar que si yo logro verlo es por algo porque tal vez yo también lo tengo.

“Yo sentía que había sido un ser humano que no tendía hacia la envidia porque toda mi infancia y mi vida estuve rodeada de ella. Y me hizo tanto daño. Esa envidia que me rodeo toda mi infancia y que no me di cuenta en qué momento estaba yo también amargada, ¿Cuándo y cómo lograron su propósito?, contradictoriamente, me volví igual que ellas y con esa amargura por el daño recibido empecé a envidiar, empecé a ver lo perdido.”
Carla

La manera para salir de esto es desde la aceptación, desde la aceptación de mi misma, desde mi parte obscura, desde mi sombra. No creo que ningún ser humano logre la aceptación si no es de una manera completa. La aceptación y el amor propio tienen que ser rotundos, contundentes y de una manera entera no a medias.

Cuando menciono “desde mi parte obscura y desde mi sombra” me refiero al concepto utilizado por Carl Jung en el cual habla de que para él la raíz de los conflictos emocionales están en: “la negación de una parte de mi mismo que no me gusta y que no acepto y que la escondo y la mando a mi “sombra”, pero me va a ser muy fácil verla reflejada en el otro.

Por ejemplo si yo no acepto mi parte egoísta la escondo y digo y hasta puedo alardear de que soy generosa (dime de qué presumes y te diré de qué careces) pero muy fácilmente voy a ver el egoísmo en el otro. ¿Porque yo si puedo ver su defecto tan fácil? Porque yo lo tengo, escondido en mi sombra. Pero no lo acepto en mi y lo proyecto en el otro y ahí comienzan los daños emocionales a mí y al otro ¿Por qué? Porque no me acepto que lo tenga, dice Jung que hay que sacarlos de la oscuridad y de la sombra para sanarlo y entonces dejar de ver el egoísmo en los otros, por ejemplo: acepto mi parte egoísta en vez de hacerme la niña “buena”, acepto que todos los seres humanos somos blanco y negro, acepto que no existe el bueno y el malo (o solo en las películas), la víctima y el verdugo, acepto que el bien y el mal cohabitan dentro de mí y en cada uno de nosotros, me acepto completa porque no hay aceptación a medias, y así crezco como persona y evito esas eternas confrontaciones con el otro por lo egoísta que es.
Créeme, si puedes ver y te molesta tanto por ejemplo el egoísmo de otra persona, es que tú también lo tienes, pero dañinamente estás gastando mucha energía en taparlo, en mandarlo a tu sombra y en jugar el papel de “niña buena” para que te quieran


Los seres humanos maduros saben que no existe nadie perfecto, que el amor viene desde la imperfección y que no se ama a lo perfecto, se le admira. Además, a veces la gente tampoco termina creyendo esa fachada de “niña buena”. Personalmente, confío más en alguien que se muestre tal y como es. La gente autentica es un regalo. La gente perfecta puede hacernos sospechar que tiene asuntos no resueltos en su vida y que necesita aparentar perfección.
Pero la proyección hacia el otro tiene una segunda forma de manifestarse, que es cuando veo en otra persona una cualidad magnificada, algo que creo que no tengo y que no acepto que me gustaría tener, entonces la envidio.
Lo que tal vez desconozcas es que tú también tienes esa cualidad, pero minimizada y en tu sombra, y que por eso lo puedes ver tan fácilmente en el otro. Pero de igual manera, si aceptas que te gustaría tener esa cualidad, la podrías desarrollar, entonces la envidia se convierte en un aprendizaje del otro. Desarrollas eso que tú tienes en pequeño, escondido en tu sombra, pero que pudiste ver en el otro y aprendes de esa persona.
Ya sea “lo bueno” o” lo malo” que tú ves en otra persona, si lo ves es porque tú también lo tienes. Acepta lo “malo”, y sánalo, y ya no te quitará tanta energía. Y también acepta lo “bueno”, y aprende del otro en quien lo proyectaste.

Me molestaba una amiga a quien yo veía muy egoísta, me chocaba cómo exigía y cómo sabía pedir a los demás, pero lenta para dar. Así yo la veía, hasta que mi terapeuta me habló de las envidias, y me dijo que a mí me gustaría ser como ella. Yo le respondí: claro que no, es una egoísta y yo no quiero ser egoísta. Me contestó: “Ok, tal vez egoísta no, pero sí te gustaría saber cómo ella sabe pedir lo que necesita y mantenerse en lo que quiere”. Me dolió, pero tenía razón. Entonces me puse a observarla y a aprender lo buena que ella es para plantarse en sí misma y pedir sin culpa desde el merecimiento.
Juana


La meta es la aceptación. . . . . . . .
La lucha para lograr la aceptación no es lograr que las cosas sean como nosotros queremos.
El objetivo es la aceptación. La aceptación de nosotros mismos, de nuestro pasado, de otras personas y de nuestra realidad actual. La aceptación trae paz, curación, libertad y puede traer el amoroso cuidado de uno mismo.
La aceptación no es un proceso que se logra con el primer paso; antes de lograr la aceptación, pasamos por todas las etapas antes mencionas del procesos de perdida. Este proceso puede ser frustrante, puede confundirnos y puede que los demás no nos entiendan.
Así es un proceso de pena. Muchas veces leí a Melody hablar de la aceptación acompañada de la gratitud, y yo no entendía por qué hasta que ahora lo comprendo.
Entiendo que la aceptación sin gratitud es resignación. La resignación tiene un matiz de impotencia y por lo tanto puede llevarnos a la depresión.
La gratitud nos ayuda a dejar que llegue lo bueno a dejar de controlar los resultados.

“Es la llave que abre la energía positiva a nuestra vida”. “Es la alquimia que convierte los problemas en bendiciones, y en regalos lo inesperado”.
Melody Beattie

La gratitud es una elección. Yo antes pensaba que alguien me daba un regalo y yo decía – gracias - y eso era ser agradecido. Ahora comprendo que la gratitud es una actitud que se tiene de antemano aún antes de que se nos dé el regalo, y que si no tenemos este don, no vamos a saber darnos cuenta y los regalos van a pasar enfrente de nuestras narices sin saberlo.
La gratitud no tiene que ver con que me den algo o no me lo den; la gratitud es la manera como elegimos ver lo que nos sucede a lo largo del día. Nosotros podemos elegir ver lo que nos sucede como que “todo nos sale mal”, o podemos elegir ver transcurrir el día y que lo que sucede son señales y mensajes para que yo aprenda lecciones.
Podemos creer que hay una intención y que hay un orden superior y que la vida no la trae en contra nuestra. Podemos elegir tomar las cosas como un aprendizaje; y el don de la aceptación ayuda. Y si después de esto somos capaces de decir gracias por el aprendizaje estamos del otro lado.
La vida nos pone señales en todos lados y si no la entendemos nos va a mandar la lección en pantalla más grande hasta que la comprendamos, pero dicen que los regalos solo se tienen una vez en la vida, y si no tenemos el don de la gratitud no vamos a saber reconocerlos.
A veces un regalo es una película, un libro, una plática, una terapia, etc.
Si nos quedamos atorados, o nos sentimos desgraciados o desesperanzados prueba la gratitud y la aceptación.
Si has tratado sin resultados de cambiar tus circunstancias actuales y es como si pegaras tu cabeza contra la pared, prueba la gratitud y la aceptación.
Si te sientes haciendo más de lo mismo y todo pareciera hundirse prueba la gratitud y la aceptación.
Si sientes que estas en el fondo y ya no hay otro fondo después, prueba la gratitud y la aceptación.
Si has probado todo y nada funciona prueba la gratitud y la aceptación.
“Cuando falle todo lo demás regresa a lo básico. La gratitud y la aceptación funcionan“.
Melody Beattie

La aceptación es el camino directo sin escalas hacia la paz y, esta contra punteada con el ego. Los ingredientes de la aceptación son: el desapego, la confianza y la fè. El desapego consiste en saber soltar, en dejar de controlar y quitar mis manos para dejar que unas manos más sabias actúen sobre mi vida. Y a veces cuando hemos soltado y permitido que las cosas sucedan como tiene que suceder y después de un tiempo podemos voltear hacia tras y ver que las cosas salieron mejor a como las habíamos planeado. Nos damos cuenta que el desapego ayuda.
La confianza y la fè. Podemos empezar a confiar en nuestros instintos, sentimientos y pensamientos. Sabremos cuando detenernos, cuando aguardar y cuando continuar.
Por eso digo que –la gratitud es una elección y es una manera de enfrentar la vida- y acompañada de la aceptación se convierte en una opción mágica.